Durante todo el año se recibieron numerosas denuncias de torturas y de malos tratos a detenidos por parte de agentes de policía. Dos hombres murieron en circunstancias controvertidas cuando se encontraban bajo custodia policial.
La mayoría de las víctimas de presuntas torturas o malos tratos fueron extranjeros, entre ellos solicitantes de asilo, y miembros de minorías étnicas. En una gran proporción de los casos estuvieron involucrados agentes de la policía de Berlín.